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No, no podemos (ni queremos) ser neutrales

Todavía recuerdo cuando me abalancé a la Naturaleza política de la educación, atraído por un título que me pareció fascinante a la vez que provocador. Tenía tan solo 22 añitos y me encontraba en un pueblito precioso del sur del Ecuador, rodeado de educación popular, aunque todavía ni la conocía.

Aún conservo aquel libro requetesubrayado y unos papelajos en los que anotaba a mano todas las ideas que me resultaban provocadoras, aunque muchas me costaba entenderlas. Al poco tiempo, me fue relativamente fácil comprender en ese contexto cómo la educación no podía ser neutral, tal y como habían pretendido convencernos años antes en la facultad de Magisterio de Sevilla.

No se me olvidará esa escuelita de primaria en plenos andes, en cuya entrada rezaba la célebre frase: “ya hemos contemplado el mundo, ahora nos toca transformarlo”. Como tampoco olvidaré esa homilía junto a una chacra, en la que un cura español (emigrado) hablaba en quichua sobre que el “ser buen cristiano es el que no se calla ante una injusticia, el que protege a un compañero ante los abusos del patrón, el que se juega su trabajo y hasta su vida por defender un derecho en el tajo”.

Sin duda alguna, evidencié que la Educación Popular y la Teología de la Liberación, habían nacido para gritar al mundo que nada es neutral.

Son experiencias que se alojan en tu cuerpo y te acompañan, te siguen, te salen casi sin darte cuenta en cada debate en clase, en cada planteamiento de un nuevo bloque temático o en la creación de una pregunta problematizadora que acompañará al grupo a llegar a un nuevo lugar, donde le esperan nuevas preguntas y para las que tendremos que buscar juntos/as las respuestas.

Y hablando de preguntas: ¿cómo es posible que algunos educadores, profas, maestros… traten de guardar silencio acerca de sus opciones y traten de ocultarlas en la telaraña de la técnica o disfrazarlas pretendiendo neutralidad? ¿Es que no pronunciarse ante cualquier realidad sangrante o injusta, no es posicionarse por mantener el estatus quo?

Por el contrario, los educadores y educadoras que nos negamos a mantener el estatus quo con cada clase, con cada tema, tenemos que poner nuestras cartas sobre la mesa. Y para ello no es necesario dar grandes discursos, basta con problematizar la vida, con hacer preguntas cuestionadoras. Como en aquella ocasión en la que un grupo de campesinos le decía a Freire que ellos no habían estudiado y por tanto no sabían hablar en público, “porque Dios así lo había querido”. Después de una buena trama de preguntas cuestionadoras, el campesino concluyó: “No, no es Dios, es el patrón”. Pues igualmente, nuestro alumnado ha de saber nuestro posicionamiento ante la realidad, que en muchos casos confronta abiertamente con los discursos del odio que tratan de homogeneizar la sociedad y cultivar el pensamiento único. Y nos posicionamos alto y claro…

No, el que te quita el trabajo no es el inmigrante, es la Reforma Laboral y empresarios vampiros como Florentino Pérez.

No, no hay que temer a los MENAS y, ni mucho menos perseguirlos. Hay que protegerlos, hay que cuidarlos, son también nuestros/as niños/as.

No, no hay que vivir a todo tren, sin importarnos el planeta, hay que vivir más sencillamente, para que otros/as puedan, sencillamente, vivir.

No, no es justo que unos pocos posean la mayor parte de la tierra cultivable de nuestra Andalucía y la mantengan improductiva, por el simple hecho de sacralizar la propiedad privada, mientras otros muchos pasean su fatiga cada día por la plaza del pueblo.

No, no hay que sentirse atacado porque las mujeres cuestionen tus privilegios de machote, hay que aprender a vivir bien contigo mismo y en igualdad con todos y todas.

Y no, como bien decía nuestro Gianni, desde su Escuela de Barbiana, no debemos buscarnos la vida “a nuestra bola”, porque “eso es la avaricia”, sino más bien salir de nuestros problemas juntxs, “pues eso es la política”.

Abrir las ventanas del aula, para que entre la realidad, traerla a clase en forma de testimonio, problematizarla, ponerla encima de la mesa, para que los nenes, las jóvenes, los mayores… siempre en grupo, la desmenucen y, sobre todo, vayan a las causas de los hechos, es hacer Educación Popular. Es hacer alfabetización política, tan necesaria hoy en día.

Y que podamos preguntarnos al término de cada tema. Bueno, y tú, ¿dónde estás en todo esto? ¿Eres avaricioso/a o haces política?

 

Javi Pérez

(Educador y socio cooperativista de La Espiral Educativa SCA)

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