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¿Y si contamos con ellxs para el comienzo de curso?

Seguro que has escuchado en alguna ocasión eso de que “una buena educación debe saber afrontar los nuevos desafíos”. Pero, ¿qué desafíos? – nos preguntamos, mientras nos quedamos boquiabiertos y nos rascamos la barbilla, dejando la mente viajar libremente y que sea ella la que te lleve. Si miramos hacia atrás… para afrontar el desafío de “poner a los niños y niñas en el centro, como sujetos de su propio aprendizaje”, nacieron las pedagogías activas. Para conseguir el reto de que todo un barrio, incluyendo familias del alumnado, pero también adultos y adultas sin vinculación familiar con el centro, asociaciones y otros colectivos sociales se implicaran en el día a día de la escuela, nacieron las famosas “comunidades de aprendizaje”. O el tan peleado desafío de la construcción de una sociedad sin clases, a través de las “escuelas populares” que pululan por todo nuestro territorio de la mano del MCEP (Movimiento Cooperativo de Escuela Popular). Y de esta manera, en diferentes partes de nuestro planeta, los hombres y mujeres enamoradas de la educación, han ido respondiendo a los desafíos de su época y de su contexto más cercano, con la educación como herramienta o palanca de cambio.

Creemos tener una premisa en todo esto: teniendo claro el desafío que debemos afrontar, será más fácil construir la respuesta pedagógica al mismo. En estos momentos medio mundo se bate luchando contra viento y marea y en tiempo récord para responder a las consecuencias de una pandemia histórica. ¿Cuál es el papel de los centros educativos (en general) en este desafío que nos toca vivir?

Estamos asistiendo al barullo que está formando la vuelta al cole. Independientemente de la pelea partidista que este tema ocasione, la comunidad educativa está en pie de guerra: hay familias que no quieren llevar a sus hijxs al cole por miedo al COVID y otras que exigen una vuelta segura, por opción o porque no tienen más remedio; hay profes indignadxs porque piensan que van al matadero y otrxs poniendo todos sus esfuerzos en retomar su trabajo minimizando los riesgos. Y entre el fuego cruzado, están ellxs.

En nuestra modesta opinión, creemos que desde los centros educativos hemos de construir un espacio en el que consigamos un sano equilibrio entre la minimización realista del riesgo para la salud de niños, niñas, docentes, PAS y familias; a la vez que aseguramos un espacio, una cultura escolar y un clima, lo suficientemente amable para que estar allí y pasar tantas horas a la semana no suponga una tortura para nadie. Un espacio en el que se pueda seguir cultivando eso de “vivir en sociedad”, tan importante en edades tempranas, a la vez que aprendiendo y creciendo de manera satisfactoria.

Si aceptamos pulpo y abrazamos este desafío, tenemos que incorporar en la medida de nuestras posibilidades a las personitas con las que trabajamos para trazar juntxs el nuevo camino a recorrer que supone el curso que en unos días estará dando comienzo. Si imponemos sin más, seremos bancarios. Si imponemos para protegerlos, además seremos paternalistas.

Lo hemos dicho mil veces: sentimos que los nenes y nenas han sido lxs grandes olvidados durante el confinamiento, viviendo el encierro más duro único en toda Europa, aludiendo a un supuesto súperpoder contagiador no demostrado científicamente por entonces y desmentido por casi toda la comunidad científica ahora. Y una vez que comenzó la desescalada han sido el blanco de las mayores críticas por hacer lo que más les gusta, por volver a su normalidad más anhelada, sentarse en un banco del parque con los/as colegas. En definitiva: o no lxs tenemos en cuenta o cuando reparamos en ellxs es para criminalizarlxs.

Ya sabemos la opinión de médicos, virólogas, enfermeros, epidemiólogas, políticos de todo pelaje, opinadoras de tertulia y todólogos. Lo tenemos claro, no podemos avanzar sin contar con ellxs, las más pequeñas, los medianos y las grandes, que los chavales y chavalas sientan que no solo se les cuida, sino que contamos con ellxs para el curso que ahora comienza.

Y para ello, os proponemos un pequeño “Taller sobre ¿Cómo será nuestro CoronaCole?”, que se pueda realizar con los grupos con los que trabajamos y cuyos principales pasos vamos a enumerar de manera muy resumida:

1.- El ReEncuentro. Realización de un mural colectivo sobre nuestra experiencia en los últimos meses, incluido el verano. Se trata de “ponernos al día”, de contarnos con imágenes, símbolos o palabras qué tal nos ha ido en todo este tiempo. Un momento de cocreación libre en el que cada cual cuenta lo que quiere y como quiere. Dicho mural pasará a decorar nuestra aula y le podremos ir añadiendo otros elementos a medida que avance el curso.

2.- Análisis del contexto. Se trata de que pongamos en común toda la información y vivencia que hemos acumulado durante estos meses sobre la pandemia, sobre el virus, sobre cómo lo está pasando la gente, lo hemos pasado nosotrxs, nuestras familias y sobre cómo creemos que han actuado las instituciones públicas (se puede hacer por rincones, dinamizado por varixs adultxs). Este segundo punto trata de poner en común toda la información que hemos “tragado” en casa y también de señalar posibles bulos para evitar desinformaciones que tanto daño hacen y desenredar algunos nudos, para aclararnos. También se trata de “sacar para afuera”, de poner en común, teniendo en cuenta que vamos a empezar a vivir juntxs, como grupo, algo que hemos venido viviendo de manera individual o con nuestras respectivas familias. Como actividades complementarias en este punto, puede realizarse el “comodín de la llamada” a una persona experta en la materia (médico/a de familia del barrio, por ejemplo, o algún familiar) que nos va a ayudar a responder a determinadas dudas sobre la enfermedad o posibles contradicciones que nos atascan y no somos capaces de resolver por nosotrxs mismxs. Le pediremos que se abstenga de darnos “arengas sanitarias” y se limite a contestar nuestras dudas. Igualmente, la reflexión sobre la actuación de las administraciones públicas, podría derivar (llegado el caso) en una carta a nuestro alcalde o alcaldesa transmitiéndole nuestro sentir-pensar acerca de la situación que vivimos o incluso realizando alguna petición o propuesta concreta a nivel pueblo-ciudad o a nivel barrio.

3.- La balanza. Consiste en un debate sobre dos puntos fundamentales: por un lado, ¿qué necesitamos hacer aquí y ahora para estar lo más tranquilxs y segurxs posible con el COVID?; y por otro lado, ¿qué necesitamos que ocurra para seguir aprendiendo de manera satisfactoria?… para que venir a clase cada día merezca la pena. ¡OJO! Como buena balanza ha de conseguir el equilibrio en cuanto a propuestas de uno y otro lado.

4.- Nos organizamos. Tras la batería de propuestas concretas hemos de pasar al reparto de responsabilidades, pues nos hacemos cargo de la situación, que es diferente a “cumplimos normas impuestas desde fuera” en pos de mi “supuesto” bienestar.

5.- Lo compartimos y negociamos. Finalmente se presenta las conclusiones de todo lo reflexionado y aquello que hemos acordado al Equipo Directivo del centro. La idea es expresarle en qué cosas han pensado para organizarse y que el propio equipo directivo les pueda hacer llegar de viva voz, aquellos elementos importantes que quizás ellxs no hayan previsto o tenido en cuenta. Es hora de negociar, llegar a acuerdos y asumir responsabilidades por ambas partes.

¡¡Y nos ponemos manos la obra!! Para conseguir que nuestro cole sea un sitio seguro, donde todos y todas somos responsables con el resto, pues esto no es solo tarea del profe. Y además conseguimos construir un espacio no solo seguro, sino también un espacio propio, un lugar en el que merezca la pena estar un puñao de horas cada día.

Como podréis imaginar, este chiquito taller está pensado para llevarlo a cabo con grupos de adolescentes y jóvenes, pues están en una etapa madurativa en la que pueden responder a cada uno de los momentos propuestos para la actividad. Aún así, creemos que ese mismo recorrido didáctico se puede realizar con grupos de edades más tempranas. O realizarlo de manera más sencilla o simplemente coger alguna de las actividades de la secuencia y llevarla a cabo igual o con variaciones, porque cualquier maestrx o educador/a crea que merezca la pena.

Y para terminar nuestra propuesta, nos regresamos al principio ¿para qué creemos que merece la pena hacer todo esto a principio de curso?

  • Para hacerse cargo de la realidad, aprehenderla que diría el maestro Freire, y no asumirla sin más. No es posible aprender dando la espalda a tu realidad, porque la realidad es la materia prima del conocimiento, que diría Alinsky.
  • Para desarrollar el animal político que llevamos dentro, pues la res pública es cosa de todos y de todas.
  • Para entrenar todas esas destrezas que se trabajan en los procesos de construcción colectiva: debatir, participar, argumentar, poner en común, escuchar, empatizar y decidir por consenso. Ay! a cuántos políticos/as les vendría namás que espectacular un taller así
  • Educar en la responsabilidad personal y colectiva, aprendiendo de este modo sobre las interdependencias entre miembros de un grupo, entre grupos diversos que cohabitan en un mismo lugar y entre culturas, países, pueblos y territorios de un mismo planeta.
  • Fomentar el pensamiento creativo y alternativo en la búsqueda de soluciones
  • Potenciar el sentido de pertenencia y la cohesión grupal. Sentimos contradecir a los epidemiólogos y virólogas, pero nos suena mejor eso de “pertenecía”, “identidad” o “grupo”, que “burbuja”.
  • Sentirnos verdaderos protagonistas de la historia, construyendo aquí y ahora desde lo pequeño aquello que estamos construyendo a nivel planetario

Y porque no vale afrontar este desafío sin ellxs, no vale construir un mañana para ellxs, lo que vale la pena es caminar junto a ellxs haciéndonos corresponsables del mundo que está por venir.

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Espe Zamora y Javi Pérez

Educadores y socixs cooperativistas

PD: este planteamiento que aquí hemos resumido podemos facilitarlo por escrito de manera más ampliada. Incluso nos encantaría dialogarlo, debatirlo, compartirlo, criticarlo y enriquecerlo con otros educadores y educadoras que nos encontramos en una misma mirada y caminamos senderos parecidos.

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