¡¡No quiero ser como Neymar!!
- Papá, mamá, quiero jugar en un equipo
- Vale, pero como te veamos imitar a los futbolistas de la tele, te quitamos
Esta demanda tan natural en algunos chicos y chicas a una determinada edad, sentó como un jarro de agua fría en nuestra casa. Un hogar en el que “la champions” es el nombre de un supermercado, “Ronaldo” es un grupo de música de los 80 y “la roja” es aquella mujer mayor que luchó por la república española, exiliada y que al final de sus días terminó siendo diputada por el PCE en el Congreso.
Con todos los prejuicios negativos que sobre el mundo del fútbol albergamos, nos acercamos a la escuela deportiva de nuestro barrio, la Fuensanta, en Córdoba, y fue para nosotrxs una grata sorpresa encontrarnos a un grupo de entrenadores que entienden un equipo de fútbol como un proyecto educativo, a través del deporte. Un lugar donde se cultiva el compañerismo entre iguales, frente a la competitividad; dónde, ante el fallo o el error, siempre hay una palabra de ánimo y aliento, que les ayuda a nuestros nenes a levantarse y seguir intentándolo. Dónde solo se sanciona el egoísmo, de querer “hacerlo todo uno solo”, porque esto es un deporte de equipo y hasta un proyecto colectivo. Dónde es más importante darlo todo y jugar bien, que ganar.
Como padres nos da pánico que nuestros hijos se fijen en los Messi, Ronaldo, Luis Suárez, Sergio Ramos… e intenten imitar su mediocridad tapada con grandes coches y dorados avalorios, su complejo de machirulo rodeándose de mujeres de revista, su no saber hablar en público, reflejo de que no tienen absolutamente nada que decir al mundo, pues al fin y al cabo “no son más que un par de patas pa un balón”, un producto con fecha de caducidad, un cuerpo sobretatuado que lucir en la cancha o en los platós de televisión.
Pero lo que más miedo nos da es que nuestros hijos entiendan que para conseguir lo que quieres en la vida, vale todo, sobre todo mentir. ¿Cómo les dices a tus hijos que la verdad les hará libres? ¿Cómo les animas a no callarse en el colegio o en la calle ante una injusticia? ¿Cómo les explicas que es mejor llevar una tarea inacabada que mentir a la maestra? ¿Cómo le dices (sin saber absolutamente nada de fútbol) que la dignidad de un verdadero futbolista es seguir de pie aunque no llegues a tirar a portería, antes que tirarse y retorcerse por el suelo fingiendo hasta una lesión, para conseguir que piten penalti?
Las imágenes de Neymar rodando por el suelo sobreactuando en el pasado mundial de fútbol nos
ha ayudado, al menos, a reflejar la ridiculez de un deporte donde cada día se da más pasos a un “vale todo con tal de ganar” porque el fin en el fútbol, justifica casi cualquier medio.
Estamos hartos de escuchar a futbolistas en activo o ya retirados dar charlas a nuestros chavales diciéndoles que tienen que estudiar, que el ser deportista de élite, aunque parezca que es la repera, es un sinsentío si no cultivas otros ámbitos de la vida. No queremos ver a futbolistas diciendo que hay que ser lo que ellos no son. Queremos ver a futbolistas ejerciendo como profesionales después de su paso por el fútbol, siendo maestros o enfermeros u hosteleros, o lo que quieran ser. Bueno, pido menos que eso: me gustaría ver a futbolistas en la tele o en la radio comentando el último libro que se han leído o contando cómo en su juventud consiguieron compaginar sus duros entrenamientos con la Formación Profesional que realizaron de Cocina o con la carrera de estudiaron de periodismo.
Una experiencia muy interesante está ocurriendo en el Athletic Club de Bilbao, con su “Athletic Club del Libro”, una actividad mediante la cual los aficionados proponen un libro a jugadores (de los equipos masculino y femenino) o entrenadores para luego comentarlo públicamente en un coloquio. Una experiencia en la que están empezando a participar varios institutos de secundaria de la capital bilbaína. Pero esto no vende, no es comparable con el “a mamarla” que gritó Joaquín en el vestuario a los sevillistas o con la última borrachera de Diego Armando Maradona.
Tengo la sensación de que si Neymar hubiera crecido en una escuela deportiva como la de nuestro barrio o si hubiera jugado en un equipo más humilde, como el Athletic, si hubiera leído más libros… quizás hoy Neymar sería otra persona, con otros valores, no sé si mejor futbolista, pero seguro que mejor persona. Y, sin duda alguna, nosotros les diríamos a nuestros hijos: “niños tenéis que ser como Neymar”.
Javi Pérez
Educador y padre de pequeños futboleros
NOTA: el uso del masculino en casi la totalidad del artículo, retrata lo masculinizado que está todavía este deporte, pero de eso, hablaremos otro día.
Juan Ramón 9 junio, 2019 11:11 am
Muy buen artículo de opinión. Por suerte creo que el paradigma en el fútbol base está cambiando gracias a una nueva generación de entrenadores super formados en competencias transversales al fútbol como psicología, análisis comportmental, métodos de enseñanza….. Y también padres como vosotros que saben los modelos que más le convienen a sus hijos. Mucho ánimo!