Estamos convencidxs de que el desarrollo personal es inherente al desarrollo grupal. Cuanto más grupo, más persona. No obstante, la vivencia de lo colectivo es hoy en día tan escasa, que todas las potencialidades de la vida en grupo no se desarrollan de manera natural ni espontánea, sino que hay que trabajarlas cotidianamente:
- Para que las personas se sientan reconocidas en un grupo y libres para construir de forma colectiva hace falta generar cohesión grupal y un clima adecuado, y trabajarlo permanentemente a lo largo del proceso grupal que estemos acompañando, sea cual fuere.
- Otro paso fundamental es el conocimiento entre las personas miembro, que conlleva autoconocimiento, autoafirmación y reconocimiento de las demás.
- Estaremos entonces preparadxs para trabajar la confianza grupal, como estado necesario para mejorar nuestras habilidades de comunicación.
- Todos ingredientes necesarios para comenzar a trabajar la cooperación y con ella la negociación y la regulación positiva de los conflictos inherentes a la relación con otrxs.
- Mientras, vamos aprendiendo a organizarnos mejor, a tomar decisiones lo más consensuadas posibles, a tener reuniones y asambleas amenas y productivas, a gestionar el poder y las tareas de forma cooperativa.
- Y así llegaremos a soñar nuestra proyección hacia el exterior y evaluarla después para volverla a planificar.
Este es el proceso con el que intentamos acompañar a los grupos con los que trabajamos. Y siempre lleno el camino de técnicas y dinámicas de grupo, juegos y metodologías participativas. No perdemos de vista la necesaria singularidad de cada miembro dentro de la vida colectiva. Por eso para nosotrxs es fundamental el acompañamiento personal.
La vida en grupo
Para nosotrxs el grupo es nuestro principal sujeto de aprendizaje. Consideramos que no es una opción la experiencia colectiva, sino una necesidad humana sin la cual carecemos de la mayor parte de las capacidades del ser humano.
Es en grupo donde se generan las situaciones que nos generan permanente autoconocimiento y, por lo tanto, el reconocimiento propio y de lxs otrxs.
Es en grupo donde nos sentimos pertenecientes, importantes para otrxs, donde vamos diseñando nuestra identidad.
Es en grupo donde descubrimos nuestras habilidades sociales y nuestra carencia de ellas, donde aprendemos a comunicarnos y nos damos cuenta de nuestros errores comunicativos, donde surgen los conflictos que nos hacen saber cómo actuamos ante ellos y cómo nos gustaría hacerlo.
Es en grupo donde incorporamos que existen infinitas perspectivas aportando a la construcción del conocimiento y donde nos abrimos a los matices del género, de la interculturalidad, de la sostenibilidad, de la diversidad funcional…
Todas ellas nos hacen descubrir la Cooperación como una vía de relación que desarrolla nuestra creatividad en la búsqueda de acuerdos desde el ganar-ganar.
Es en grupo donde aprendemos a organizarnos, a poner nuestras competencias enredadas con las de lxs demás, al servicio de un proyecto colectivo; a tomar decisiones consensuadas que van más allá de nuestros intereses particulares y que, por lo tanto nos desindividualizan; a entrenar la horizontalidad como fórmula para reapropiarse de la autonomía y de la responsabilidad, y para aprender a gestionar el poder de otra manera.
Por eso nuestra forma de hacer educación conlleva la creación de espacios colectivos donde la gente se encuentre y genere grupos a los que pertenecer y donde conectarse con la vida. Espacios desde los que ampliar la mirada y resignificar el análisis de lo que se ve; en los que resistirnos a cualquier forma de dominación y en lo que crear otras maneras de estar en el mundo (Colectivo Cala). En definitiva, desde los que generar transformación y cambio social.